jueves, julio 04, 2013

ELLA.

Ella ya no es nada, ella nunca fue.
Su corazón se partió como un cristal al caer al suelo, 
era demasiado tarde, sus ojos ya habían dado
libertad a las lágrimas, ella se derrumbó.
Ya no existía muro de contención, ya no había máscara
que ocultará su cara del sol.
¡Maldita sea! Las palabras duelen,
son como puñaladas perfectamente dadas.
Ella no era confusa, ella era la confusión.
Ella no estaba muy loca, los demás eran demasiado cuerdos.
Ella odiaba ese vacío, ese vacío que se siente cuando
crees perder algo importante, ese vacío que cuando vio algo,
nació como una flor.
Las rosas también tienen espinas ¿por qué ella no?
Ella estaba decepcionada de si misma, ella se maldecía.
Ella corría a llorar en el baño por temor a ser escuchada, 
pero no, se equivocaba, ella era invisible ¿quién la iba a escuchar?
¿las paredes? ¡Já!
Ella odiaba ser ella.
Ella odiaba no poder ser lo que él quería.
Ella odiaba no tener recuerdos.
Ella solo fingía ser fuerte, aunque fuese más débil que 
una hoja en otoño.
Ella era tan idiota.
Ella vivía en el suelo, ese era u mundo.
Ella quería tantas cosas, ella odiaba extrañar pero
ella extrañaba.
Perderse, eso era lo que ella quería.
Alejarse de todo, llorar en silencio,
sufrir exiliada o solo sufrir.
Ella quería laberintos sin salida, ahora sólo quería golpes
y caídas, ella se engañaba a si misma.
Ella ya no quería sonreír.






«No entendieron a la niña con complejos, no entendieron las razones que
provocaban los cortes en su muñeca. Y si no entendieron las cicatrices,
mucho menos entenderían las heridas.»

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